jueves, 3 de abril de 2014

LA EVOLUCIÓN CURRICULAR EN LOS OCHENTA Y PERSPECTIVA PARA LOS NOVENTA



Por. Mc. Euler Ferrer Còrdova

 LA EVOLUCIÓN CURRICULAR EN LOS OCHENTA Y PERSPECTIVA PARA LOS NOVENTA
El ensayo sobre la evolución curricular en México del coordinador Ángel Díaz Barriga, busca introducirnos a nosotros como docentes en la realidad de la problemática que ha circundado a los planes y programas de estudio desde un enfoque descriptivo-interpretativo clasificados en dos rubros: aquellos que pretenden establecer una perspectiva general de la evolución del campo curricular en México y las características de las instituciones particulares.
Por ello este trabajo considera importante el conocimiento de los diversos estudios que se han llevado a cabo sobre este tema, así como, algunos de los modelos que pretendieron innovar el currículo desde diferentes sistemas educativos, el desconocimiento de la forma en que se llevan a la práctica, y de los cambios reales que eventualmente propician no sólo en el currículo, sino en la enseñanza y en nosotros docentes actores principales dentro de la educación y del proceso de enseñanza.
La problemática curricular que se ha desarrollado en México está vinculada a la expansión de la educación superior, es importante señalar que se considera objeto de estudio el debate existente en las diferentes opciones curriculares vinculadas al desarrollo de la educación superior, expuestas por autores como Glazman y Figueroa (1981), Díaz Barriga 1985, las experiencias representativas de Gómez e Ysunza (1990) y González Gaudiano (1989) en donde la referencia ha sido el debate nacional de las épocas de los 60,70 y 80. EL análisis del surgimiento de debate curricular en Estados Unidos y su impacto en México  permiten entender que tal problemática responde a una lógica de la eficiencia que tiene múltiples expresiones disciplinarias que van desde la psicología conductual, la sociología funcionalista y la teoría del capital humano hasta su expresión pedagógica como tecnología educativa y diseño curricular, el contexto la delimitación se encuentra estrechamente relacionada con las diversas definiciones del mismo y es un reflejo de los proyectos de investigación que se desarrollan desde la perspectiva de los programas de investigación curricular en México.
En la información se dejaron de lado las propuestas tradicionales de los autores y se intentó articular la problemática desde un conjunto de categorías propias (características, conceptos, planes y programas de estudios: curriculum formal y real en la década de los 80, etc.).
Para el caso Galán y Marín, Eggleston, Apple y Giroux y posteriormente Kemmis plantearon la realización un diagnóstico de necesidades a partir de la reflexión pedagógica y sociológica, la teoría del poder y la dimensión política. Esto  proporciona elementos de análisis que sirvan de marco referencial para la construcción de tal plan de estudios. Este problema, propiciado por las mismas concepciones de la teoría curricular, niega validez al supuesto de favorecer la elaboración de un plan de estudios con elementos científicos. Ya que se ha señalado que los planes de estudio de las instituciones de educación superior se desarrollan frecuentemente a partir de la noción de “carrera”, por lo que carece de fundamentos que orienten el plan de estudios.
Furlan (1992) afirma que no es útil asimilar la idea de currículo a la de plan de estudios, aunque considera que puede facilitar su uso institucional; considera que tampoco se limita al conjunto de propuestas para orientar metodológicamente la enseñanza, ya que este papel es dela didáctica, sino que el currículo es una propuesta de mejoramiento, de mayor eficiencia en la práctica escolar, donde el centro es el proyecto asumido en el nivel institucional, Pansza (1986) propone que se considere el currículo en sus cinco acepciones; contenidos de enseñanza, plan o guía de la actividad escolar, experiencia que tienen los alumnos, aplicación del enfoque de sistema y disciplina especifica.
Las  propuestas de A. Díaz Barriga, Marín y Galán para la elaboración de planes de estudio centrada en los objetivos de la disciplinas quedan insertas en un círculo en la determinación del contenido y su integración epistemológica; la organización académico-administrativa; los vínculos entre institución educativa y sociedad, entre otros desde esta propuesta de la teoría postula la construcción del plan de estudios a partir de la determinación de una práctica sociológica.
En esta revisión de la década de los ochenta la experiencia de evaluación curricular en el nivel de educación superior tiene una amplia participación en la educación básica, lo que resulta desconcertante pues es el nivel que más alumnos reúne y de mayor presupuesto, lo estudios que se elaboraron fue para medir el logro  de los objetivos de estos grados en una muestra nacional de alumnos de escuelas públicas y privadas. Luego del análisis de la década de los ochentas sobresalen los siguientes aspectos, los cambios conceptuales y metodológicos en el nivel superior, en básica se da la preocupación que hay un número elevado de alumnos y profesores, en básica existe escasa actividad de evaluación curricular y evaluación fuera, se destacan en la obtención de conocimiento los componentes sociopolíticos y axiológicos, se acepta la evaluación como bagaje metodológico e instrumental al incorporarse los métodos y técnicas de corte cualitativo.
Todos los que formamos parte de una institución educativa, no podemos pasar por alto que todos los días como docentes somos partícipes de un modo concreto de poner en acción los planes y programas oficiales, pero difícilmente nos detenemos a pensar en todo lo que implica y la complejidad que conlleva una propuesta curricular.
El surgimiento del currículo, es una guía para nosotros los docentes, en la toma de decisiones, de manera que estos puedan establecer metas y objetivos realistas, generar experiencias y aprendizaje, seleccionar materiales, y formas de evaluar apropiadas. Requiere que planifiquemos experiencias y aprendizaje estableciendo relaciones, entre los intereses y necesidades de los alumnos(as), con las competencias y los contenidos. Estos propósitos están dirigidos, a promover los conocimientos, las destrezas y los valores, acordes con el nivel de desarrollo, los intereses y necesidades de los educandos.
Actualmente se promueve una fundamentación teórica basada en el constructivismo, aunque en la práctica se presentan limitantes debido a la formación de los propios docentes, impidiendo que se haga una correcta interpretación de los planes y programas y la forma en que debe aplicarse, a fin de que corresponda con los fines que el nivel educativo desea alcanzar. Para llevar a cabo la realización de estos planes y programas sería importante que como docentes nos interesáramos en el estudio y la investigación de nuestra propia práctica ubicándola institucional y socialmente, con base en el estudio teórico, metodológico y técnico, comprendiendo que se trata de un proceso que nos permitirá ampliar, profundizar y transformar nuestra propia práctica docente.
SEGUNDA PARTE DE LAS EPOCA 1992 AL 2002, PERIODO 2002-2012 Y FLEXIBILIDAD CURRICULAR
El estudio sobre la evaluación curricular en su orden conceptual del campo, para De Alba (1991) el “currículum se entiende como la síntesis de elementos culturales que conforman una propuesta político-educativa, pensada e impulsada por diversos grupos y sectores sociales”, el cual como veremos a continuación tiene una serie de características de tipo social que lo definen y delimitan:
  1. Los elementos culturales: donde la función del currículum es tener la capacidad de considerar una diversidad de aspectos culturales, muchas veces contradictorios, que se presentan en todo momento y lograr una conciliación para Bordieu (1970) el currículum es un arbitrario cultural.
  2.  Político  - educativa: esta se da debido a que el diseño y desarrollo del currículum se encuentra vinculado a uno o varios proyectos sociales, debe de responder a las exigencias que se le impongan.
  3. Sobre  los grupos y sectores sociales que lo impulsan: ya que la sociedad está conformada por grupos distintos grupos sociales, unos cuantos de ellos hegemónicos, es inevitable que se presente una lucha sectorial al momento de determinar el currículum.
  4. Intereses: a pesar de que en muchas ocasiones el currículum tienda a reproducir el orden social hegemónico, no todos los elementos que lo conforman obedecen a esta lógica y tienden a resistirse a la dominación.
  5. Mecanismos de negociación e imposición: debido al intercambio cultural inherente al campo del currículum, suele presentarse, como se mencionaba con anterioridad, una confrontación entre grupos sociales que se enfrentan a través de la negociación o la imposición de los contenidos curriculares.
  6. Aspectos estructurales-formales y procesales-prácticos: en este rubro se analiza la relevancia del desarrollo procesal-práctico del currículum, considerándolo como elemental para comprender las particularidades de las instituciones escolares.
  7. Dimensiones generales y particulares: los primeros se refiere a los elementos de carácter social y político-educativo del currículo que pueden dividirse en 3 dimensiones: a. Dimensión social amplia i. Cultura ii. Política iii. Social iv. Económica v. Ideológica b. Dimensión institucional c. Dimensión didáctico-aúlica
  8. Carácter histórico: determina la complejidad del desarrollo del currículum.
  9. Niveles de significación: que nos hablan del contenido cultural y de identidad presenten en el currículum y que pueden ser implícitas o explícitas, directas o indirectas, manifiestas o latentes.
Una vez teniendo claro lo anterior, es fundamental revisar la postura que de Alba presenta en referencia a la problemática mexicana en referencia al currículum, quien lo aborda desde dos aspectos que se interrelacionan:
1.     La comulación de propuestas desarrolladas en el país.
  1. El origen y desarrollo del currículum visto como un espacio de reflexión y análisis. Ante esta propuesta, la autora recalca una tendencia en la que los aspectos teóricos adquirían mayor autonomía de los aspectos prácticos, resultando en una crisis dentro del campo curricular, en el que se encuentra difícil conciliar el aspecto crítico-discursivo y las prácticas educativas.
El análisis De Alba resalta la escasez de profesionales especializados en la elaboración y evaluación curricular y su consecuente deficiencia en el área de la investigación en torno al currículum.
Por otra parte se hace énfasis en las implicaciones que las condiciones económicas, políticas y sociales del país (e internacionales) han tenido en los aspectos teóricos y prácticos (tecnología educativa) del desarrollo curricular, los cuales se extienden a América Latina y reflejándose en diversos obstáculos ante las relaciones académicas dentro del campo y el distanciamiento de la praxis por parte de los especialistas, quienes se enfocaron más al análisis de los planteamientos curriculares dando lugar al discurso crítico del currículum.
Esta corriente crítica, surgida en la década de los setenta, preocupada por los problemas educativos de fondo, más que de forma, produce lo que De Alba considera una ruptura dentro del campo y, por lo tanto, es participe de la crisis mencionada, tanto como el discurso tecnologista introducido desde Estados Unidos.
Por ello se concluye en este tópico que la problemática del currículum, desde esta perspectiva, resulta de la conjunción de una variedad de elementos que van desde los individuos involucrados en el proceso (desde el ámbito formativo y de especialización), el discurso desde el cual se fundamenta el campo, la importación de teorías extranjeras (e incompatibles con nuestra realidad), los modelos económicos pero, sobre todo, por una ausencia importante de reflexión y elaboración metodológica que emerja desde y para el país.
La  gran diversidad de modelos, propuestas conceptuales y metodológicas que buscan innovar el currículo, al interior encontramos muy distintas formas de interpretar y llevar a la práctica los modelos de referencia.
El trabajo que inicia en 1980 de Alba: (1982, 1983,1985)  con los procesos de evaluación curricular en la Escuela Nacional de Estudios Profesionales Zaragoza de la UNAM  en su génesis misma se encuentra la inquietud por la investigación en y sobre el campo, como la de asumir sus implicaciones en cuanto a valoración y compromiso de acuerdo al carácter axiológico de la evaluación. En una primera etapa, el asesoramiento a proyectos de evaluación curricular se constituyó como practica central y como fuente para el análisis, le reflexión y la incipiente labor conceptual: el análisis de las experiencias realizadas en el CESU entre 1985 y 1986 se ha centrado en el intento de la reconstrucción histórico-conceptual y de crítica, análisis y elaboración conceptual, la mayor parte de los trabajos se orientan a hacer propuestas, argumentar o fundamentar los modelos, que ofrecen resultados, evaluaciones o información que permitan determinar el éxito e impacto de lo planeado, o incluso que den cuenta de los mecanismos y condiciones bajo los cuales operan las innovaciones curriculares descritas de Díaz Barriga y Lugo, 2003). En este sentido, una tarea de relevancia es emprender el seguimiento y evaluación de éstas. Asimismo, será importante dilucidar el sentido y significado real que dichos modelos y propuestas tienen para los actores. Por ejemplo, no sabemos los resultados de la capacitación a los profesores en los modelos de competencias ni la forma en que los llevan a la práctica en sus aulas, si es que acaso lo hacen. Tampoco conocemos si se dan casos de oposición, resistencia o rechazo en los procesos de cambio curricular ni cuál es su repercusión.
Como ya lo mencioné anteriormente la década de los noventa decae claramente el diseño curricular por objetivos conductuales y aparece una nueva tendencia en el diseño y la toma de decisiones sobre el currículo, asociada a una visión de desarrollo de modelos educativos; que intentaron ofrecer un carácter integral y opciones de aplicación generalizada, cuando menos en el nivel superior y medio superior. No obstante, queda pendiente un análisis de hasta qué punto los llamados modelos; cubren los criterios que definen el concepto mismo de ideal o prototipo con sólidas bases conceptuales y metodológicas y con una clara estrategia de desarrollo curricular.
En relación con los estudios de González Gaudino inicia una investigación sobre el origen y desarrollo del campo curricular en los Estados Unidos centrando su interés en tres cuestiones: el rastreo histórico de este campo, el análisis del estatuto científico de las elaboraciones conceptuales desarrolladas dentro del mismo y la función social del curriculum. Si bien los aportes predominaron en la década, es innegable la influencia de esta corriente, en sus diversas vertientes y posibilidades de aplicación. También está diferida la de promover más investigación que conduzca a analizar la manera en que sus planteamientos son resignificados por los actores y las posibilidades reales de traducirlos en cambios significativos no sólo en el currículo, sino en la enseñanza en las aulas.
Aparentemente en los años 92 al 2002 las instituciones educativas, sobre todo en el nivel superior, tuvieron mucha más autonomía para tomar decisiones en torno al currículo. No obstante esto se concretó en la práctica y estuvo sujeto a procesos de negociación y asignación presupuestal el currículo está siendo dirigido por las políticas y lineamientos que fijan determinados organismos nacionales e internacionales.
Hay que señalar aquí que si las instancias encargadas de la evaluación se han convertido gradualmente en el gran diseñador del currículo, al delimitar mediante sus sistemas e instrumentos de evaluación, o de sus políticas de asignación discrecional de recursos, cuáles son los contenidos básicos a enseñar o los modelos educativos a instaurar.
De manera similar, ante el impulso a los sistemas de evaluación, acreditación y certificación de programas y aprendizajes por competencias, avizoramos en esta nueva década una presencia creciente en la toma de decisiones referente al desarrollo del currículo de instituciones profesionales, esto implica que la tarea de desarrollar el currículo ha dejado de estar en manos de los grupos académicos en sentido estricto, y muestra apertura a otro tipo de actores, con preocupaciones e intereses distintos. No obstante, desconocemos aún el impacto real que esto pueda tener.
El  discurso de la globalización prolifera hoy en día en este campo, los estudios curriculares que se efectúan en México tienen a la vez un carácter local y nacional, tal como ocurre en otras naciones (Pinar, 2003). Así, al mismo tiempo que se habla de la necesidad de dar respuesta a las demandas de la sociedad del conocimiento y de entrar en una dinámica de ;internacionalización; encontramos en los autores que incursionan en el tema del desarrollo curricular una fuerte preocupación por asuntos como la inequidad en la calidad y oferta educativa; la masificación de la enseñanza; las acusadas deficiencias en la formación de los alumnos; la obsolescencia y rigidez de los planes curriculares y de los modelos de enseñanza; la incapacidad de las instituciones educativas de dar respuesta a las demandas de un mercado laboral incierto y deprimido; las deficiencias o la falta de profesionalización de los docentes, o el desconocimiento de las prácticas educativas reales que ocurren en las aulas mexicanas como resultado de las reformas curriculares. No obstante, las respuestas que se ofrecen a dichos problemas desde los estudios curriculares y particularmente desde las propuestas de desarrollo curricular son muy diversas, no sólo porque parten de paradigmas distintos, sino por el papel social y los intereses de sus autores, por la lectura que hacen del contexto educativo y su adscripción o rechazo a las políticas educativas imperantes. Otra tendencia importante en el desarrollo del currículo en los noventa la constituye la integración de los ejes o temas transversales.
De acuerdo con Palos (2000), los temas transversales plantean al  currículo y la enseñanza cuestionamientos centrales, como  manifestación de los problemas y conflictos más relevantes que  enfrenta hoy en día nuestra sociedad. En dichos temas transversales  se consideran valores, actitudes y comportamientos, tanto de los alumnos como del resto de colectivos pertenecientes a la sociedad  contemporánea.
En gran medida, son resultado de las presiones de  una sociedad que plantea una creciente dificultad para acercarse a  modelos de justicia, equidad, respeto a los derechos humanos y  preservación del ambiente. También son el resultado de importantes  cuestionamientos de fondo al qué, para qué y el cómo de una  educación escolarizada que no ha sabido dar una formación apropiada  a los niños y jóvenes en relación con dichos aspectos. Los temas  transversales en el currículo de Ángeles, Ofelia (2006) cobraron especial relevancia en la década  pasada tanto en el plano internacional como en el nacional y fueron  objeto de importantes reformas curriculares en los diversos niveles  del sistema educativo.
En los trabajos analizados por Díaz Barriga y Lugo (2003) se pone de  manifiesto que esta tendencia surge de la necesidad de reforzar la  dimensión ética del currículo, de atender al proceso de desarrollo  humano integral de los educandos y de formar personas productivas, responsables y comprometidas con su entorno social. En algunas  propuestas curriculares, al menos en el plano del discurso, el énfasis  está puesto en la formación de ciudadanos críticos y conscientes de  los problemas sociales y políticos del país y del mundo.
Sin embargo, Latapí (1999) al revisar el contenido de la educación  cívica y ética introducida en el currículo de la educación secundaria en  el ciclo 2000-2001, encuentra que ésta carece de una filosofía definida y de una visión clara de la educación moral. Este autor considera que  la temática se aborda desde la vertiente del; deber ser; sin llegar a  una contrastación con la realidad nacional que permita a los alumnos  cuestionar las contradicciones y conflictos del sistema social.
Desde  nuestro punto de vista analizado en clases del doctorado en educación en Upch sería necesario que temáticas como las  anteriores (educación cívica, derechos humanos, grupos vulnerables,  equidad y justicia, etc.) se debatan abiertamente, ya que su  incorporación al currículo requiere conducir al alumno a un análisis  crítico de los planos micro y macro éticos, consolidando en éste una  cultura política para la participación social, asunto poco explorado. Por consiguiente, para; transversalizar el currículo; no basta con  incorporar estos temas en algunas o incluso en todas las asignaturas  curriculares.
 En lo que toca al diseño de planes y programas, no sólo se  cuestionó el concepto mismo de transversalidad, sino que se  generaron importantes polémicas respecto a si dichos temas  transversales (por ejemplo, educación en derechos humanos,  sexualidad, prevención de adicciones, educación ambiental, ética y  educación cívica, educación para el consumo, entre otros) deberían  integrarse en planes y programas de estudio como materias o  asignaturas con un espacio curricular propio y enseñarse mediante un  enfoque de didáctica específica, o bien, deberían atravesar todas las  asignaturas del currículo.
Otra opción contemplada en la actualidad es la denominada transversalidad, planteaba la posibilidad de dar un espacio  propio en forma de módulos o asignaturas y a la vez introducir o  impregnar dichas temáticas a lo largo del plan de estudios completo
La  producción de conocimiento se encontró que el concepto se abordó en algunos de los estados del conocimiento producidos por el Consejo Mexicano  de Investigación Educativa (2003) desde las siguientes vertientes:
• Transversalidad en el desarrollo curricular. (Díaz Barriga & Lugo, 2003)
• Transversalidad, currículo y formación profesional. (Barrón e Yzunsa, 2003)
• Transversalidad en relación a sujetos, actores y procesos de formación. (Moreno, 2003)
• Transversalidad y su integración al campo de las TIC. (Ruiz-Velasco,2003)
• Transversalidad y su integración a la perspectiva de género. (Delgado,2003).
• Transversalidad y su integración al campo de la educación física. (Eisenberg & otros, 2003)
• Transversalidad y el campo de la educación ambiental (González Gaudiano & Bravo, 2003).

Otros aportes se han identificado sobre las ponencias de los Congresos Nacionales de  Investigación Educativa realizados en los años 2003 y 2009 se encontraron dos tipos de abordaje sobre la temática. En un primer grupo de trabajos se reportaban experiencias  sobre la transversalidad como una innovación curricular (Domínguez, Fimbres, Moreno & Ruíz, 2003; Vázquez, Valenzuela & Flores, 2009).
En un segundo grupo de investigaciones reportadas se consideraba a la transversalidad  como una propuesta que permitía la incorporación de la dimensión ambiental en el currículo y en los procesos de formación profesional (Bravo, 2003; Eschenhagen, 2003; Martell, 2003; Martínez, 2009; Marchisio & Burgaña, 2009; Rodríguez, 2009).
A partir de las investigaciones se identifican algunos hallazgos y ausencias sobre la temática (ver cuadro no.1).
Cuadro 1

Hallazgos
Ausencias
La transversalidad se asumió como estrategia que reforzó la formación valoral.
• La transversalidad permitió en las instituciones de educación superior incorporar innovaciones educativas y temáticas emergentes.
• Se incorporaron algunos temas transversales  en el currículo desde una doble transversalidad.
• Se reportó la incorporación de la transversalidad en algunos espacios educativos comunes de planes de estudios de diversas licenciaturas.
• El tema de educación ambiental cobró importancia en la década. Su integración se pretendió desde su transversalización en los  procesos formativos y currículo de las universidades.
No se mencionan los referentes y/o sustentos teóricos sobre el concepto.
• Queda pendiente el reportar experiencias  concretas sobre formas de aplicación,  concreción y mecanismos empleados en  las instituciones educativas para la operación de la transversalidad, así como también sobre las formas de apropiación de  los actores en su práctica cotidiana.
• No se reportan investigaciones que aborden la transversalidad en otros niveles  educativos.
• En los Congresos existe  ausencia de ponencias referentes a la  transversalidad
Castañeda (2010; p. 125).

El cuadro comparativo hace un recorrido argumentativo en dos aspectos , en un primer momento se encontró que las cinco universidades incorporaban la transversalidad en distintas dimensiones del currículo: a) así encontramos que tres universidades (UdeG, BUAP y, UABC ) añadieron el término de  transversalidad en su misión y visión; b) todas las universidades exploradas incorporaron  el término a su modelo educativo y en la investigación; c) tres universidades (UdeG, BUAP, UAEMex) la agregaron a su modelo curricular; d) Dos universidades (UdeG y  BUAP) la señalaban como parte de sus políticas institucionales.
En los documentos de las universidades estudiadas la transversalidad era asumida como una innovación que permitiría la reestructuración de los procesos de formación, las estructuras curriculares, la organización del  conocimiento, la práctica pedagógica y el aprendizaje.
Por consiguiente entre las principales problemáticas que podemos identificar en este recorrido se notan que son, resultado de la dinámica social y económica de las dos décadas anteriores, se encuentran lo que podríamos denominar la configuración de agendas separadas o divergentes entre los académicos o estudiosos del currículo, interesados en la deliberación teórica, la historización y comprensión de los procesos curriculares en un plano más bien local o casuístico, versus los intereses manifiestos por las administraciones a cargo de las instituciones educativas, centrados en la búsqueda de respuestas eficientes y a corto plazo a los problemas prácticos que se enfrentan en las instituciones educativas, de cuya efectividad dependen cada vez más sus posibilidades de obtener financiamiento y lograr la acreditación de sus programas.
Esto también guarda relación con otra tensión importante, que se da entre los intereses y miradas local, nacional y global a los asuntos curriculares, es por esto que otra actividad importante en el corto plazo entre los pensadores del currículo debe ser una discusión crítica sustentada en evidencia respecto a los escenarios, problemas y políticas regionales, nacionales e internacionales que marcan las restricciones y posibilidades a la investigación y a las reformas curriculares.
Otros de los apartados analizados en el siglo XXI tienen una importancia significativa en la época actual de las instituciones educativas del país como es el currículo flexible que se define como una forma de organización de los estudios universitarios que permite la máxima adecuación de ellos a las aptitudes y a los intereses de los estudiantes, mediante una selección de matices de especialización dentro de una pauta general. No es, por cierto, un sistema caótico, sino una mejora ordenada e inteligente de realizar un propósito educacional concreto y bien definido. Por eso es extremadamente importante que al aplicar el currículo flexible en las instituciones exista en todos los profesores y alumnos un claro y consciente entendimiento de su naturaleza, de su justificación y de los medios y procedimientos por los cuales es posible llevarlo a la práctica con éxito.

La palabra curriculum designa todo el conjunto de esfuerzos que despliegan las instituciones para la realización de sus fines. Ellos comprenden: un programa de cursos; un programa de investigaciones; un programa de actividades culturales, físicas y recreativas; un programa de prácticas; un conjunto de normas escritas o tacitas, que establecen un sistema de trabajo del que se desprende una atmosfera de dignidad académica y de respeto personal entre los integrantes de la institución y expresa, además, de manera práctica su filosofía y sus objetivos.

Hay muchas maneras posibles de organizar el curriculum flexible dentro del cual existen numerosos factores que influyen, en cada caso, en la decisión final sobre cómo debe quedar organizado.

Sus rasgos esenciales se van depurando y estableciendo con el tiempo en forma de tradiciones que determinan una fisonomía propia y tipifican su influencia en la vida del país.

Sin embargo, cuando el curriculum se establece en forma rígida alrededor de ciertos conceptos inmóviles, se corre el riesgo de llegar al anquilosamiento de la situación y de cerrar las puertas al progreso científico y a la capacidad individual sobre todo, en una época como la actual en que los conocimientos científicos y tecnológicos se desarrollan tan rápida y ampliamente, determinando el surgimiento de nuevas disciplinas o la reestructuración interna de ellas, la universidad, como generadora de este dinámico proceso de creación, debe, por consiguiente, adoptar una estructura y régimen académico especialmente  flexibles que le permita organizar rápidamente los cambios que llevan implícitos la creación e incorporación de nuevos conocimientos.

El campo de los conocimientos humanos es cada vez más amplio y exige mayor especialización pero al mismo tiempo la especialización no debe hacer perder de vista la perspectiva cultural y social en la cual ha sido posible que se den esos conocimientos y la condición esencial del hombre que los adquiere y los aplica; dicho en otras palabras: la formación como profesional es inseparable de su formación como hombre y como miembro de una cultura, y la responsabilidad de la universidad es atender a esa formación de manera integral.


La aplicación del curriculum flexible, si bien favorece la acentuación de los estudios de acuerdo con el interés o la inclinación del alumno, le demanda al mismo tiempo un mayor sentido de responsabilidad, y a los profesores una más estrecha orientación y consejo. Todo esto, que es consecuencia del establecimiento de un sistema flexible en el régimen de estudios, representa a la vez pasos decisivos hacia el fortalecimiento del ambiente universitario y de la relación académica y personal profesor-alumno, que es otra parte importantísima del curriculum total de la universidad

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