miércoles, 5 de marzo de 2014

Entre la modernidad y la cultura de los estudios organizacionales: Una perspectiva filosófica comparativa en una realidad virtual.

Entre la modernidad y la cultura de los estudios
organizacionales: Una perspectiva filosófica comparativa en una realidad virtual.

Por: Mtro. Euler Ferrer Córdova
Resumen
Al hacer uso de los términos como la modernidad, el aprendizaje y las  organizaciones se desarrollan un sin número de elementos teóricos y prácticos que son importantes para que una institución permanezca, actualmente estos mecanismos se utilizan para hacer frente a situaciones adversas, los constructos expresan también elementos de poder y dominio entre los miembros de una nación.
El objetivo del ensayo es acercarse a la comprensión de la dinámica filosófica  de influencia de las Tics, la enseñanza y la organización a partir de los nuevos ambientes de aprendizajes para una sociedad del conocimiento, asumiéndola como un elemento importante para la consolidación de normas, actividades organizacionales.  Se busca enmarcarla  como parte de una expresión de la organización donde el individuo se sujeta a relaciones de poder, dominación y educación. Para ello la tesis critica del  autor Luis Montaño Hirose cuando habla de la modernidad y la cultura él lo divide en tres apartados, El primero, que denomina de sustitución, propugna que la transición se llevaría a cabo de manera abrupta, que la ciencia y la industria unidas desplazarían a un ritmo vertiginoso el antiguo orden tradicional, basado en la milicia y la teología. Este primer modelo será ejemplificado con la propuesta realizada por Auguste Comte. El segundo, que de intersección, postula que tradición y modernidad se conjugaron durante un tiempo determinado, lapso relativamente corto, y que la primera fue el motor de la segunda, pero que esta última pronto alcanzó un alto nivel de autonomía. Un autor representativo de esta corriente es Max Weber. Finalmente el modelo de transfiguración, explicado con la propuesta de Émile Durkheim, en el cual tendrá como fundamento reforzar, los nuevos ambientes de aprendizajes con datos relevantes.
Palabras clave: organizacional, institución, modernidad, poder y educación
Introducción
De acuerdo a Philippe Perrenoud una competencia
“…es una capacidad de acción eficaz frente a una familia de situaciones, quien llega a dominarla es porque se dispone a la vez de los conocimientos necesarios y de la capacidad de movilizarlos con buen juicio, a su debido tiempo, para definir y solucionar verdaderos problemas.”[1] 
De acuerdo a este texto, diariamente vivimos situaciones cotidianas que nos exigen poner en juego nuestros mejores conocimientos para construir explicaciones, o buscar información para comprender, justificar, defender y optar por algo que se sale de lo habitual.[2]
Ante esta realidad inevitable, necesitamos ubicar el valor de la escuela, es decir, pensar en una escuela que eduque para resolver bien los imperativos de la vida individual, en familia y en la convivencia social.  Articular vida y escuela, es una de las finalidades del enfoque por competencias; este concepto sólo cobra vida si nuestros jóvenes de las escuelas o universidades del país aprenden a vivir de acuerdo a los ritmos de vida actuales, pero desde la escuela misma.

Se trata de un gran reto, pues aun hegemoniza la idea de una escuela que trasmite información, de una escuela cognoscitivista y tradicional que hoy día necesita movilizar esta actitud de enseñar conocimiento y en vez de ello, estimular en los alumnos el deseo de aprender por sí mismos.
En la medida que los integrantes de una institución u organización disertan, escriben y discuten sobre ella será posible acercarse a la comprensión de una realidad organizacional específica (Potter, 1996).  Es ver a la dinámica social que se genera, lo cual se concretará en el momento que el individuo narra su realidad. Con este hecho, se va desprendiendo para los ojos del investigador una determinada mirada sobre cómo se vive, acepta o rechaza tanto a él mismo como la postura que toma con otros. Las organizaciones son  espacios donde la relación jerárquica con pares, jefes y entorno permite analizarla bajo diversos lentes analíticos.
El fin último del texto es acercarse a la comprensión de la organización, la modernidad y la educación a partir del enfoque socializante que desarrollan los autores para la pertinencia práctica de la sociedad, todo ello asumiéndola como un elemento importante para la consolidación de una sociedad más justa e igualitaria.
El proyecto central de sustitución que elabora Auguste Comte (1798-1857) aborda aspectos de la reorganización de la sociedad. Entre los datos importantes de mencionan la caída del régimen monárquico y la constitución del estado democrático reinó la anarquía social y sólo la filosofía positiva podría terminar con aquella situación de indefensión, tal como lo explica Comte: “…ella puede ser considerada como la única base sólida que debe terminar con el estado de crisis en el cual se encuentran después de tan largo tiempo las naciones más civilizadas” (Comte, 1830-1842: 47).
En los estudios de Max Weber[3] (Weber, 1987; Audirac, 1994), el análisis de las  organizaciones se hace desde un punto de vista sociológico, basándose en sus  estudios y reflexiones de la burocracia. Este modelo, -basado en “tipos ideales”-, propuesto por Weber se planteó como una alternativa racional y eficiente de las organizaciones, que hasta estos momentos no eran otra cosa más que “simples extensiones de la estructura familiar”, donde las contrataciones y las  promociones del personal se efectuaban utilizando el favoritismo como único  criterio (Hodge y Gales, 1998).  El término burocracia que se adopta en nuestros días para definir algo cargado  de formalismo e ineficiencia no tiene nada que ver con lo que desarrollaron  Weber y sus seguidores.
La teoría de Comte desarrollaba una teoría de las estructuras y  describía la actividad organizacional con base en las relaciones de autoridad,  siendo uno de los primeros en visualizar la administración y el comportamiento  organizacional desde una perspectiva estructural. (Robbins, 1996)  Este modelo posee ciertas características estructurales y normas que son  utilizadas para organizaciones muy complejas, surgida de las necesidades de la  sociedad moderna, caracterizado por la división del trabajo, una jerarquía  claramente definida, normas y reglamentos bien detallados y relaciones  impersonales.
Desde esta perspectiva la Teoría de Comte surge en el círculo de Viena llamado Positivismo Lógico, en dos niveles:
a) En el plano social, ya que la ciencia depende, -en cuanto ordenación sistemática- de la orientación fundamental que damos a la investigación (intereses intrateóricos), como de la orientación que viene dada dentro de la dinámica de la estructura social (intereses extrateóricos).
b) En el plano teórico-cognitivo, denuncia la separación absoluta que presenta el positivismo entre el sujeto que conoce y el objeto conocido. Es decir, que mientras menos se meta el investigador en lo investigado, gracias al método, más  objetiva y verdadera es la investigación. En este contexto el autor  pregona una revolución espiritual, ya que las instituciones dependen de la moral y ésta de las creencias.
Las ideas gobiernan y sacuden al mundo: “todo el mecanismo social reposa sobre opiniones” (Comte, 1830-1842: 48). Postula una ley general y fundamental que establece que nuestras concepciones transitan sucesivamente por tres estados teóricos diferentes: el teológico o ficticio, el metafísico o abstracto y el positivo o real.  Dado a lo anterior es conveniente decir que la comprensión de la realidad o del sentido de una realidad histórica propuesta por Augusto Comte  nos lleva a tomar decisiones práctico-políticas, que por un lado, no pueden ser decididas a priori, y por otro no pueden partir de teorías que precisamente puedan legitimar una praxis en el nivel de las decisiones. En este sentido no hay nadie que tenga en sus manos la verdad, ni la posibilidad de un acceso privilegiado a ella. Por tanto, se hace necesario que la acción política bajo el modelo de interacción y del “discurso práctico” busque las condiciones de su resolución, cuyo criterio de validez es el consenso de los participantes en la discusión. Sólo a partir de este consenso pueden quedar justificados las acciones o compromisos político-estratégicos.
Max Weber (1864-1920) plantea que el camino hacia la modernidad se realiza principalmente por el sendero de una creciente racionalización, calculable e impersonal, en contraste con la forma tradicional anterior. Intenta demostrar que el desarrollo del capitalismo moderno no es el resultado exclusivo de leyes económicas puras ni de la sed de riqueza personal; es más bien el carácter ascético del calvinismo el que propicia un ambiente adecuado para ello. El capitalismo experimenta una gran expansión gracias a un cambio de mentalidad más que debido al desarrollo tecnológico, industrial, comercial o financiero. El protestantismo[4] representa el triunfo de la razón sobre la irracionalidad del sentimentalismo, la magia y el lujo. (Montaño Hirose, Luis 2003 )
Casi sin percibirlo, nuestro mundo ha pasado de fundamentar su economía en  el aspecto industrial a una economía del conocimiento, pasando de automatizar  el movimiento, a sistematizar los procesos de creación y difusión del  conocimiento. En teoría E. Durkheim señala que  este proceso parecer fácil de explicar cuando esta  economía cesó y cuando otra comenzó. Sin embargo, en la realidad no existe  una línea divisoria definida entre una economía industrial y la del conocimiento.
La organización no es algo dado al hombre por naturaleza, sino el fruto de un  descubrimiento más extenso en el tiempo que la propia humanidad ha formado  (Bennis, 1973). El mundo que hoy enlazamos a nuestras manos es esencialmente una gran  estructura de organizaciones que lo integran, en donde la esencia y la existencia de un  individuo aislado es una auténtica rareza. Semejante éxito y universalidad del  fenómeno organizativo merece cuestionamientos diversos, buscando con ello  un porqué.
En particular manifiesto que las entidades públicas de nuestro país y estados deben transformarse, buscar ser más  eficientes y eficaces de lo que han sido hasta ahora, además de productivas al  desempeñar sus tareas de servicio a la sociedad. La mejora en la productividad  no debe limitarse a sus productos o servicios, sino que además tenga como  resultado, una profunda transformación interna, un funcionamiento integral de  las organizaciones fundamentándose en el desarrollo integral del capital  humano para promover su aprendizaje significativo de la vida.
Lo anterior, junto con las recurrentes crisis económicas, ha obligado a México y  a sus instituciones, a un cambio de actitud y de su forma de operar. Al caer las  barreras comerciales, las empresas mexicanas han tenido que incrementar su  productividad, so pena de desaparecer en mercados cada vez más disputados,  debido a la afluencia de competencia del exterior.
En una economía global, la modernidad, la innovación, la tecnología y los activos intangibles  son elementos imprescindibles para mantener la competitividad en una continua  búsqueda de dar respuesta a necesidades que cambian vertiginosamente  dentro de una continua renovación que le permite a las organizaciones  mantenerse en el mercado, inclusive han aumentado las presiones por la  implantación de sistemas más sofisticados.
Si bien en cierto, aún no existe un consenso claro, acerca de lo que es las tics y el  conocimiento, está ampliamente aceptado que constituye un factor competitivo  en el mundo transnacional, en donde el conocimiento y el capital intelectual  (Grant, 1996) juegan un papel preponderante, que da pie a la búsqueda de la gestión del conocimiento, como un proceso de creación, desarrollo, difusión y explotación del conocimiento en pro de ganar capacidad organizativa que  permita dar respuesta al vertiginoso ritmo del cambio.
Esta nueva economía global o moda capitalista de los países más ricos y que explotan al país  implica inclusive en algunos casos, la redefinición de la  misión y objetivos de la organización, dado que los cambios en el entorno  social son radicales y discontinuos, necesitándose inclusive de ciclos de  creación de conocimientos cada vez más rápidos.
La gestión del conocimiento se ha convertido en un movimiento de gran  relevancia en el mundo profesional y académico, con un importante impacto en  publicaciones, revistas, debates, pero como se mencionó anteriormente, la idea  relativa a que el conocimiento es el elemento más valioso tanto para la  sociedad como para las organizaciones no es una cuestión nueva.
Lo hasta aquí expuesto se fundamenta en  la pedagogía del oprimido y crítica, que podríamos decir es una ciencia de la educación en donde tiene como finalidad innovar en cuanto a formas de educación y nos ayuda a adoptar enfoques críticos sobre la escuela además de formar comunidades críticas todo esto con el gran propósito de mejorar la educación.
     La pedagogía crítica ha comenzado a proporcionar una teoría total y absoluta, y un análisis de la escuela, a la vez añade nuevos avances en la teoría social y desarrolla nuevas categorías de investigación y nuevas metodologías de educación.
Pero sobretodo la pedagogía crítica, como la necesidad de cuestionar y autoanalizar la práctica docente dentro de un criterio abierto que nos lleve inevitablemente a la innovación y la transformación al parejo de una sociedad cambiante, ante una sociedad heterogénea donde cada área tiene sus propias necesidades e intereses pero sobretodo  en una sociedad donde el maestro tiene que satisfacerlas.
También resulta importante revisar nuestra relación con el conocimiento, que hoy día debe ser considerado como verdades temporales ante el avance de la ciencia y la tecnología.  Antes, el manejo de información y la capacidad para transmitirlo nos otorgaba un lugar importante, hoy, el conocimiento ya no está en nuestras manos, y ahora, en vez de trasmitirlo, debemos ayudar a los alumnos a acceder a las múltiples herramientas que le permitan conocer y aprender con mayor rapidez. 
Por tanto, nuestra orientación de clases necesita ser una propuesta actualizada, utilizar las nuevas herramientas tecnológicas, contribuir a que los alumnos las utilicen para su formación, por lo que los recursos didácticos, ya no son ese gis, pizarrón o rotafolios –que pueden estar-, ahora, necesitamos utilizar la computadora, Internet y todo lo que  de ésta se deriva como blogs, chats, foros, correo electrónico, y todos esos nuevos software lo que a diario surgen y nos sorprenden.
Finalmente, en la calidad de estos diseños, se pone en juego nuestro compromiso docente, sobre todo si el compromiso lo pensamos como una responsabilidad que implica “hacerse cargo”[5] de lo que nos corresponde desde el lugar donde estamos. Desde nuestro lugar nos corresponde operar la propuesta curricular y si hacemos esta tarea conscientes de su importancia e implicaciones, impregnamos de nuestro sentido la tarea educativa, esto es, nos volvemos sujetos frente curriculum, dispuestos a conocerlo y enriquecerlo con nuestra actuación como docentes, pues como afirma Bauman,
… el cambio actual no es como los cambios del pasado.  En ningún otro punto de inflexión de la historia humana los educadores debieron afrontar un desafío estrictamente comparable con el que nos presenta la divisoria de aguas contemporánea.  Sencillamente, nunca antes estuvimos en una situación semejante…debemos aprender el aún más difícil arte de preparar a las próximas generaciones para vivir en semejante mundo[6]









Bibliografía

BENNIS, Warren., “Desarrollo Organizacional: Su naturaleza, sus orígenes y perspectivas, E.U.A., Fondo Educativo Interamericano, p. 1-19, Parte 1, p.1- 19., 1973.
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Bauman, Zygmunt (2007). Los retos de la educación en la modernidad líquida. 1ª edición. España, Gedisa.  

Cruz, Manuel (2005). Las malas pasadas del pasado. Identidad, responsabilidad e historia. 1ª edición, España, Anagrama

GRANT, R. M. “Toward a khonwledge-based theory of firm”, Strategic Management journal, vol. 17. no. especial de invierno, 1996.

HODGE, Antony, WP. Gales, Z.M. (1968), “Teoría de las Organizaciones « Un enfoque estratégico”, México, Prentice Hall.

ROBBINS, Stephen., Comportamiento Organizacional: Conceptos, controversias y aplicaciones, México, Prentice-Hall, p.721-730., 1994.

WEBER, Max. (1987) “Economía y Sociedad”, México, FCE.




[1] Construir Competencias: Todo un Programa. Entrevista con Philippe Perrenoud Observaciones recogidas por Luce Brossard Vida pedagógica 112, septiembre-octubre1999 Traducción: Luis González Martínez
[2] Ibíd.
[3] Max Weber (1864-1920), sociólogo y economista alemán quien analizó detalladamente las  relaciones de poder y la dominación, al igual que el modelo organizacional del “burocratismo”,  escribió varias obras, entre las que sobresalen “la ética protestante y el espíritu capitalista”, así  como “economía y sociedad”. Su obra fue tardíamente conocida en los Estados Unidos de  Norteamérica ya que el último libro mencionado no fue traducido al inglés sino hasta 1946.
[4] Montaño Hirose, Luis 2003 “Modernidad y cultura en los estudios organizacionales”, en Iztapalapa, año 24
[5] Cruz, Manuel (2005). Las malas pasadas del pasado. Identidad, responsabilidad e historia. 1ª edición, España, Anagrama.
[6] Bauman, Zygmunt (2007). Los retos de la educación en la modernidad líquida. 1ª edición. España, Gedisa,  p.46.

LA EVALUACIÒN ACTUAL


LA EVALUACIÓN DE LA ENSEÑANZA

                                                                   POR: MC. EULER FERRER CÒRDOVA 2014


Resumen

En el presente  trabajo se estudian las principales directrices en cuanto a la concepción que se tiene de la evaluación en el aula y el aprendizaje, los elementos que desempeña y el contenido u objeto a evaluar, desde una perspectiva teórica. Aquí se hace un análisis de los aspectos importantes de la evaluación mediante un carácter formativo y educativo de la evaluación del aprendizaje en la práctica docente.

La caracterización y sistematización de las tendencias del desarrollo de la evaluación del aprendizaje ha constituido un avance disciplinar en el trabajo de la perfección que debe desarrollar la práctica evaluativa en nuestras instituciones, así como un marco de referencia para la reflexión y toma de decisiones inherentes a toda labor de mejora de la enseñanza, el ensayo que usted lee procura una aproximación a esta temática, con base en el análisis de diversas concepciones, propuestas y recomendaciones que se manifiestan actualmente en este campo y la valoración y puntos de vistas a partir de la experiencia profesional docente que desarrollo en la UPCH.

El análisis de la información se sistematizan en las preguntas centrales que hoy día se formulan los investigadores: ¿qué se entiende por evaluación del aprendizaje?, ¿por qué y para qué evaluar?, ¿qué evaluar? concebir a la evaluación desde una perspectiva comprehensiva en cuanto a su objeto, funciones, metodología y técnicas, participantes, condiciones, resultados, efectos y determinantes, se manifiesta con fuerza el reconocimiento de su importancia social y personal desde un punto de vista educativo, formativo, así como para el propio proceso de enseñanza y aprendizaje por el impacto que tiene el modo de realizar la evaluación y la forma en que el estudiante la percibe, en el aprendizaje.

Las transformaciones educativas del siglo XXI están asociadas a factores tales como:
  • El lento progreso hacia una ideología no tan selectiva y meritocrática, que se expresa en los objetivos educativos de los sistemas educacionales de muchos países.
  • Las tendencias pedagógicas contemporáneas sobre educación que dimensionan el papel de la enseñanza en el desarrollo personal y social, el aprendizaje individual y grupal, el carácter comunicativo de la educación, las relaciones democráticas, menos directivas y autoritarias entre los participantes del hecho educativo, entre otros aspectos.
  • La irrupción de las nuevas tecnologías de la informática y la comunicación en el ámbito educativo y social, en general, La cada vez mayor convicción de la importancia de las concepciones sobre la educación y la evaluación, en particular, de los profesores, dirigentes y alumnos, en la regulación de su actividad. Los aportes que en este sentido ofrece el desarrollo de las teorías sobre las representaciones sociales y su inclusión en el trabajo orientado a la sensibilización y toma de conciencia de los implicados en el cambio.
  • Los avances esperables, en el estudio del aprendizaje y sus mecanismos, que permita una aproximación más certera al objeto de evaluación; así como los progresos en la creación de herramientas, como las matemáticas, pertinentes para la medición del aprendizaje.

La presencia de estas teorías se refleja, en mayor o menor medida, en la aparición de concepciones y propuestas diversas que se le ha denominado "evaluación alternativa".  Alternativa ante un abordaje más tradicional, de corte instrumental, que ha presidido durante la mayor parte del presente siglo el tratamiento de la evaluación del aprendizaje, desde mucho antes de que Ralph Tyler introdujera, en la década del 30, con tanto éxito el concepto de "evaluación educacional" en el campo educativo.

El significado más aceptado de la evaluación del aprendizaje se encuentran en los diccionarios generales; la de apreciar, valorar, fijar el valor de una cosa, hecho o fenómeno. Este significado, que pudiera calificarse de ambiguo, no es casual ni responde a un desatino, ni a una expresión de superficialidad de los estudiosos, aun cuando a toda vista es insuficiente. Tiene la intención de abarcar la riqueza y complejidad de su contenido y de evitar simplificaciones abusivas que se han sucedido al pretender precisiones técnicamente "rigurosas", positivas; o, al reducir su objeto y funciones, como ocurre con la tan frecuente identificación de la evaluación con la calificación, entendida como el acto de otorgar una nota o, con una impronta cotidiana: la de aplicar exámenes.

En el campo semántico de la evaluación aparece frecuentemente el del control. Pero el término "control" no expresa necesariamente el aspecto valorativo, consustancial a la evaluación; lo que vendría a reforzar la cuestionada "neutralidad" y la limitada noción de que los problemas de la evaluación son puramente técnicos. Conviene recordar que este término toma fuerza en el ámbito educativo, cuando se importa el escenario laboral. Su contenido subraya dos ideas: la técnica y la de poder o ejercicio de autoridad. Estas dos ideas han sido amplia y justamente analizadas y criticadas desde posiciones de la denominada pedagogía crítica, y de la sociología de la educación.

Una aproximación a partir del análisis de la evaluación como actividad, constituye una vía pertinente para su conceptualización. Dicho análisis debe develar la estructura y funciones de la evaluación como objeto o sistema desarrollado y en su génesis y devenir. De modo tal que dicho análisis no suponga la descomposición del objeto en elementos constituyentes y con ello la "destrucción" del propio objeto, sino la búsqueda de una unidad elemental, simple, que encierre los aspectos esenciales de él y permita una representación más auténtica de su estructura y funciones en su conformación y manifestación.
La unidad de análisis recae en la acción, en este caso, en la acción evaluativa. La acción supone la interrelación propositiva u orientada del sujeto y el objeto, mediatizada por los "instrumentos" o medios materiales e ideales y en condiciones concretas, determinadas. La acción, por definición, no es estática, su forma de existencia es la de un proceso, que encierra un conjunto de operaciones que conforman dicha acción. En la interrelación, tanto el sujeto como el objeto se transforman en variadas direcciones.

La consideración de los aspectos anteriormente mencionados resultan significativos metodológicamente para el análisis de la evaluación. Cada componente debe verse en su interrelación y en su inserción en un sistema mayor, así como en su ubicación en condiciones sociohistóricas concretas. De esta manera, la evaluación, y el acto evaluativo como unidad, suponen operaciones o subprocesos que van desde el establecimiento de los objetivos o propósitos, la delimitación y caracterización del objeto de evaluación, la definición (selección, elaboración) y aplicación de los instrumentos para la recogida de información, el procesamiento y análisis de dicha información, su interpretación y expresión en un juicio evaluativo, la retroinformación y toma de decisiones derivadas de él, su aplicación y valoración de resultados. Para recomenzar en un ciclo ascendente, progresivo, que permite, en su dinámica, imprimir el auténtico significado de esta actividad. La evaluación supone, además, la propia valoración de ella.

Una importante característica de la evaluación del aprendizaje es la interrelación que se establece entre los sujetos de la acción: el evaluador y el evaluado. De hecho, el objeto sobre el que recae la evaluación es otra persona -individual o en grupo- que se erige como sujeto de la acción y coparticipa, en mayor o menor medida en la evaluación. Aún más, para el caso de la evaluación del aprendizaje la pretensión debe ser que el evaluado esté en capacidad de devenir su evaluador.

Obviamente la evaluación del aprendizaje constituye un proceso de comunicación interpersonal, que cumple todas las características y presenta todas las complejidades de la comunicación humana; donde los papeles de evaluador y evaluado pueden alternarse, e incluso, darse simultáneamente. La comprensión de la evaluación del aprendizaje como comunicación es vital para entender por qué sus resultados no dependen sólo de las características del "objeto" que se evalúa, sino, además, de las peculiaridades de quien(es) realiza(n) la evaluación y, de los vínculos que establezcan entre sí. Asimismo, de las características de los mediadores de esa relación y de las condiciones en que se da ésta.

La distinción introducida por Scriven entre meta y funciones de la evaluación puede resultar útil para el estudio de la evaluación. Para dicho autor la meta es siempre la misma: juzgar el valor de algo; y definió la evaluación sobre esta base como "la determinación sistemática y objetiva del valor o mérito de algún objeto". En cambio, las funciones son muy variadas y están en relación con la utilización de los datos evaluativos.

Interesa subrayar la distinción entre metas y funciones. La identificación de una meta o propósito fundamental de la actividad evaluativa facilita establecer sus peculiaridades, y distinguirla de otras actividades que comparten muchos de su procesos y fases, como puede ser la actividad de investigación, aspecto éste que constituye uno de los temas de interés y debate dentro del campo de la evaluación.

Por otra parte, reconocer las diversas funciones de la evaluación, permite estudiar sus distintos usos y concepciones; su evolución, desde una perspectiva histórica, su práctica actual, sus desviaciones o "patologías" y ayuda a trazar propuestas para su proyección.

Un punto de especial significación lo constituye la relación que se establece entre conocimiento y habilidades. Desde esta perspectiva no resulta legítimo separar -y evaluar- los conocimientos de las habilidades, en tanto todo saber (conocimiento) "funciona", se expresa, a través de determinadas acciones, que conforman habilidades. Todo saber implica un saber hacer, con independencia de sus diferentes niveles de demanda cognitiva, por lo que la acción ocupa un papel rector en la formación, la restauración y la aplicación del saber. De ahí que el análisis de la acción en la que se expresa "el conocimiento" sea un aspecto crucial para la evaluación, al inicio, durante y al final de un proceso de enseñanza aprendizaje. No es por azar que las diversas taxonomías de objetivos establezcan niveles cognitivos a partir de la distinción entre acciones.
Cercanas a estas ideas se encuentran algunos de los más recientes desarrollos en el campo de la evaluación como la evaluación de la organización del conocimiento, la evaluación de ejecuciones (los portafolios) y la evaluación dinámica.

La evaluación del proceso de aprendizaje trae consigo el viejo problema de la individualización de la enseñanza, en el sentido de reconocer y atender las diferencias individuales entre los alumnos. Es bien conocido que los estudiantes pueden llegar a similares resultados, siguiendo vías diversas, con modos diferentes de proceder, pertinentes e impertinentes en relación con los procedimientos científicos correspondientes y con las operaciones intelectuales implicadas. 

Por otra parte, los estilos de aprendizaje, los ritmos, las diferentes visiones, intereses, propósitos, conocimientos previos, proyectos de vida; que suelen quedar implícitos en los resultados "finales" del aprendizaje, aparecen en un primer plano durante el proceso y pueden condicionar los resultados. La evaluación debería penetrar hasta las diferencias individuales de los sujetos de la actividad y proporcionar a los profesores y a los propios estudiantes la información que permita, respetando esas diferencias, orientar el proceso hacia el logro de los objetivos comunes, socialmente determinados.

A su vez el aprendizaje es específico, único, en el sentido del "aquí y ahora". Cada aprendizaje se da en una situación determinada con unos estudiantes y profesores que guardan cierta relación peculiar entre sí y con el objeto de conocimiento, en un espacio y tiempo dados. Los modelos ecológicos de la investigación y la evaluación educativa ofrecen un rico caudal de información que subraya la singularidad del hecho educativo y la perspectiva del aprendizaje contextualizado.

En resumen, las disposiciones que debe seguir la evaluación del aprendizaje, son aquellas que la lleve a constituir una verdadera evaluación educativa, entendida como tal, en breves términos, la que entra en línea con la esencia y regularidades de la formación de los estudiantes acordes con las finalidades sociales que signan dicha formación en nuestra sociedad. Se considera que una institución educativa verdaderamente centrada en la persona debe plantear la evaluación desde una perspectiva diferente al modo en que se efectúa tradicionalmente.

La evaluación supone las notas características de la persona, los procesos que se dan en el interior de la formación personal y los elementos constitutivos de un acto de evaluación. Desde mi perspectiva docente se reconoce a la evaluación como: a) un proceso de reflexión crítica, una actividad humana intencional donde una persona, una comunidad, se compromete con la regla fundamental de sinceridad para enfrentar la realidad a partir de la verdad del objeto de que se trate; b) un análisis valorativo que implica una comparación de la realidad con su deber ser a fin de poder determinar su valor real y sus contradicciones; c) una actividad que proporciona los fundamentos de la realidad y proporciona los elementos para su coherencia interna entre la teoría y la práctica; y d) una actividad que realizada con la participación de los sujetos que son objeto de la misma.

 

Referencias bibliográficas

  1. Angulo F. La evaluación del sistema educativo: algunas respuestas críticas al porqué y al cómo. Barcelona: 1993. En: Cuadernos de Pedagogía, 219.
  2. Bourdieu P, Passerson Y. Eliminación y selección. En: Castro Pimienta O. La reproducción. Barcelona: 1977. Evaluación en la escuela, ¿Reduccionismo o desarrollo? 1998.
  3. Díaz Barriga A. El problema de la teoría de la evaluación y de la cuantificación del aprendizaje. En. El examen: textos para su historia y debate. México,DF: UNAM, 1993.
  4. Gimeno Sacristán J. La evaluación en la enseñanza. En: Pérez Gómez GA. Comprender y transformar la enseñanza. Madrid:Morata, 1993.
  5. Piaget J. A dónde va la educación. México, DF: Editorial Teide, 1983.
  6. Vigotsky LS. El problema de la enseñanza y del desarrollo mental en la edad escolar. En: El proceso de formación de la Psicología Marxista. Moscú: Progreso, 1989.